sábado, 4 de diciembre de 2010

El nuevo Cinexin: Volviendo a ser un niño.

Una de las grandes cosas que aporta el tener un hijo es, sin duda, poder ir reviviendo con él tu propia infancia. Para los que nos resistimos a renunciar a ella, además, es doblemente importante, pues supone una excusa perfecta para repasar los mejores momentos, y compartirlos con él.

Supongo que cada época tiene sus iconos, y uno de los que me pueden venir a la cabeza si pienso en mi infancia más temprana (segunda mitad de los 70) es el Cinexin. Y lo cierto es que si lo piensas fríamente, no tenía mucho secreto: Un proyector sin sonido, al que hay que mover con una manivela, y que carga cartuchos con películas que no duran más que unos minutos. Con las tecnologías digitales que hay ahora, suena a herramienta de Cromagnon. Pero lo cierto es que cuando apagabas la luz y ponías una película cualquiera, era difícil quitar la vista de la pared donde torpemente solíamos proyectar.

Y hete aquí que hace poco he tenido la suerte de recibir, como parte de una campaña de Giro, el nuevo Cinexin, con el que se encuentran en pleno lanzamiento. Cuando me lo propusieron no dudé ni un segundo, pues quería al menos intentar trasladar esa vieja ilusión a mi hijo.

Lo cierto es que frente al proyector colorido y neutro de hace 40 años, ahora ha triunfado la personalización con marcas de moda (el nuestro es el de la Casa de Mickey Mouse, serie que ahora triunfa y que me inspira cierta desconfianza, como si Mickey Mouse se hubiera vendido). Quizás esto sea lo menos bueno de la nueva versión.

Pero por lo demás, las sensaciones que provoca son iguales: En la oscuridad de la casa, mi hijo ha podido proyectar una película una y otra vez, fascinado por los fotogramas que se suceden y que puede acelerar, frenar y rebobinar una y otra vez a su antojo.

El truco del Cinexin siempre fue disponer de películas suficientes como para no aburrirte mucho, por lo que espero que podamos mantener esa magia de los primeros momentos durante mucho tiempo.

1 comentario:

Banyuken.es dijo...

Para mi el Cinexin era lo máximo. Para tu hijo no lo será, pero será un aprendizaje en el sentido de que se de cuenta de que el cine atravesó muchas etapas, y en nuestra época era así. Jjejeje. Somos del pleistoceno.